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domingo, 16 de enero de 2011

Juego de Sentidos

Abrí mis ojos. No logré distinguir el lugar donde me encontraba, eso me llenó de confusión, estaba oscureciendo y seguía ahí acostada viendo entre las hojas de los árboles como el cielo se prendía fuego con las llamaradas que provocaba la puesta de sol. Apoyé mis manos en el suelo, o lo que debería serlo, se sintió frío y extraño, algo que nunca antes había tocado, no era tierra, no eran hojas, era algo que simplemente ni siquiera podía agarrar, como agua, pero color verdoso y podía apoyarme en él.

Me siento y veo como todo a mi alrededor esta lleno de árboles, flores y colores. Me dije a mi misma que quizá estaba soñando, si seguramente era eso y la confusión seguía desbordando los pensamientos en mi cabeza. Intentaba buscarle explicación a lo que estaba sucediendo, como siempre, mi mala costumbre de obtener respuestas inmediatamente aún cuando en ocasiones no conviene, cuando en realidad lo mejor es dejar que todo suceda con naturalidad.

Desistí.

Llevaba un vestido blanco. Pero sucedía algo. Cuando por algún motivo mi estado de ánimo cambiaba, su color también lo hacía. La confusión lo volvió gris. Esto me dejó perpleja. Sin palabras.

Me levanté y caminé un poco. Divisé a lo lejos un pequeño riachuelo. Mi vestido se tornó de verde claro, supuse que era algo bueno. El verde siempre tiende a simbolizar cosas buenas, así que seguí mis instintos. No recuerdo cuanto caminé. Creo que fue por más de 10 minutos y aún no alcanzaba el río. Se veía tan sólo un tanto más cerca. ¿Acaso se trataba de un espejismo? Dudé y sentí temor por un instante, pequeñas bolas de vino tinto comenzaron a teñir mi traje como si se tratara de sangre manchándolo poco a poco.

De repente escuché esa voz como un susurro en mi oreja, dulce y aguda. “Al fin” me dijo. Mi corazón se aceleró precipitadamente. De repente en mi boca sentí un sabor, demasiado delicioso que no podría describir. “Vamos, te indicaré, pero sólo hay una condición, no voltees, no me puedes ver”. Sus instrucciones precisas sabían como un néctar exquisito, quería que siguiera hablando, que no se callara ni un instante, era un deleite constante e incontrolable, mi traje se tiño de un tono azul claro, muy claro. ¿Sería el color del placer de su voz? No lo sabía ni quería dedicarle mucho tiempo a eso, siempre tiendo a divagar mucho con la mente, esta vez sencillamente decidí apagarla y seguir a ese ser que provocó tanto en mí sin siquiera haberle visto los ojos. Quizá sería demasiado y no podría resistirlo, quizá… por eso no debía verlo…

Con una de sus manos tomó mi cintura, con la otra tomó mi mano y entrelazó sus dedos, bajé la cabeza, y pude ver sus dedos, blancos y con la temperatura perfecta, mi traje se tiño de un rosa pastel. “Te dije que no me podías ver” me alertó y mis sentidos estallaron de nuevo con el deleite de su voz. “Háblame” le dije, “Dime lo que sea, pero no me dejes de hablar”.

“Shhh, todo a su tiempo” fue el único sonido que escuché y al igual disfruté, luego sentía cómo me llevaba consigo, pero no caminábamos, era como si flotásemos sobre aquel lugar extraño. De fondo se escuchaba una melodía perfecta. Miré hacia en frente y realmente nos acercábamos mucho más rápido a aquel lugar. Pero ya poco me importaba, a su lado, no necesitaría de más nada.

“Falta poco cariño” Pronunció luego. Mis sentidos estallaron con su sinestésica voz, mi piel se erizó, mis pupilas se dilataron, mi vestido se teñía más claro de a poco y comenzaba a brillar. Esto me sorprendió realmente. ¿Qué podría significar?

Llegamos.

Imposible describir aquel lugar, demasiado hermoso, demasiado perfecto. Ya el sol se había puesto y la luna se reflejaba en la tranquilidad del pequeño río. Me quedé hipnotizada por unos instantes viendo la luminosidad perfecta del astro nocturno. Mi atención se distrajo cuando sentí que movió mi cabello hacia un lado. Pasó sus dedos acariciándome y sentí como se acercó para percibir mi aroma. “Definitivamente si eres tu” Seguidas de sus palabras me colocó un collar que tenía como dije una bola transparente.

“¿Significaría algo?” me pregunté mentalmente y seguidamente cuestioné. “¿Para qué es?”. Mientras me lo colocaba el cosquilleo en mi cuello persistía haciéndome delirar continuamente. “No intentes buscarle respuestas a todo, ya te darás cuenta por ti misma”. Al pronunciar esas palabras supe de quién se trataba. Indudablemente. Se giró hacia mi rostro. Le vi los ojos. Nuestras miradas se encontraron en un momento que deseaba que perdurase por la eternidad. Me tomó las manos, mi vestido comenzaba a emitir un brillo especial. Algo que indicaba que había cruzado algún límite en mí misma. Poco a poco se fue acercando a mi rostro hasta que sus labios tocaron los míos haciéndome estallar por dentro, permitiéndome sentir la sensación más sublime sobre la tierra mientras mil corrientes de electricidad se apoderaban de cada poro de mi piel.

Sentí una sensación realmente extraña, era como si de pronto sus labios comenzaban a desvanecerse en mi boca, abrí lentamente los ojos, todo estaba completamente iluminado, me percaté que la luz provenía de mi vestido y sin explicación la luz comenzó a entrar en la esfera que tenía colgada al cuello, pero no era la luz de mi vestido esta vez. Era su luz. Si. Había comenzado a convertirse en pequeños destellos que quedaban atrapados dentro de aquel objeto redondo. Perpleja me preguntaba si acaso yo había sido la causante de que ahora estuviera desapareciendo frente a mis ojos. Mientras eso sucedía me despidió con una sonrisa, con su hermosa y perfecta sonrisa. El objeto transparente en mi cuello se había llenado de luz ahora, su luz. Y poco a poco sin explicación alguna comenzó a meterse dentro de mi pecho haciéndome sentir una calidez exquisita, llenándome de algo que sabía que no podría encontrar en ninguna otra parte. Cuando finalmente desapareció en mi pecho lo entendí. Ahora siempre estaría conmigo.


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